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Llueve débilmente desde hace unas horas, pero el camping no observó el cielo por la lluvia, algo pasó rozando las copas de los árboles, no identificaba el ruido ni la forma, la arboleda no dejaba ver bien hasta que un enorme globo se dejó ver camino al golfo, la primera impresión fue que acabaría en el agua pero más bien era pericia del piloto para atraer las miradas.

Tocaba repliegue y traslado, el trayecto era corto, unas 2 horas, tras un breve retrase ultimando la colada nos dispusimos rumbo al norte.

La ruta hacia el norte fue tranquila, mientras nos acercábamos el cielo se oscurecía, amenazaba tormenta. El último tramo del camino discurrió por carretera nacional entre granjas, pueblos, campanarios que se alzan hacia el cielo, y al final Dinan. El cielo seguía amenazando lluvia, por lo que la Oficina de turismo fue nuestro primer destino. Nos informamos por el camping y por hoteles, y elegimos  un pequeño hotel a las afueras, tenía buena pinta, en fotos, sitio para dejar la moto y desayuno incluido, todo por el módico precio de 100€ las 2 noches, Hotel Les Quatre Saisons, grabaros a fuego éste nombre, y no vayáis, jamás. Creo que si nos hubiéramos quedado 5 minutos más hubieran aparecido criaturas del pasado a quitarnos la vida. El garaje para la moto, el cobertizo, la habitación, indescriptible, cama ergonómica, baño con cortina con vistas a la cama, puerta de papel de fumar, nos miramos incrédulos, y el silencio dejó paso al plan de huida.  Mi plan – no hemos descargado la moto, bajamos, dejamos la llave y nos vamos. Su plan – “le decimos que esperábamos a unos amigos y que han tenido un accidente y que nos tenemos que marchar”. Móvil en mano, cara de preocupación, unas palabras, y un rastro de piedras y polvo tras de mí, habíamos escapado.

Nos encaminamos de nuevo al centro de la ciudad, había un Ibis, céntrico, lo intentamos de nuevo, lleno, se hacía tarde, el tiempo no nos decía nada, destino el camping, no el municipal, el camping La Hallerais. Nos encaminamos hacia el camping sedientos y agotados, es mediodía y lo que pretendía ser un trayecto corto se está alargando más de la cuenta.

Hay un cartel de completo a la entrada del camping, toca llorar, teníamos una pre-reserva realizada pero no pagada, ésta será nuestra arma, y funcionó, nos llevamos la última plaza, es lo que tiene viajar en moto, no consumes electricidad y una tienda pequeña cabe en cualquier parte, gracias a las chicas de la recepción.

Tienda, orden, ducha y a Dinan. Entramos desde el puerto, restaurantes a un lado y a otro, y en lo alto las murallas. Dinan es piedra y madera, piedra de sus murallas y almenas, y madera de sus casas. Envidio la conservación de los núcleos urbanos de las ciudades europeas, salvo contadas excepciones creo que en España se podría hacer algo más al respecto.

Después de degustar un Crepé típico de la zona con __________ simplemente nos perdimos por sus calles, el punto álgido son las vistas desde lo alto del puerto, espectacular sin duda.

Volvimos al camping para trastear por internet y hacer un poco de tiempo hasta la cena. A media tarde y nos encaminamos de nuevo hacia Dinan. La oferta gastronómica es amplia, y nuestro nivel de Crepés ya era demasiado alto, elegimos un italiano, una penúltima vuelta por para bajar la cena y directos a dormir.

Mañana será otro día.