La vida en un camping se rige por el astro rey, no hace falta despertador, ni gallo, que haberlos los había. Con las primeros atisbos de luz el camping cobra vida, pequeños, grandes y animales deambulan entre tiendas, caravanas, cabañas, etc. Buscar el pan o los Croissants encargados el día anterior, ir al baño, pasear al perro son el ritmo cotidiano de las primeras horas de la mañana en un camping. Ayer no vimos ningún sitio abierto para comprar algo para desayunar, por lo que después de otra aventura en las duchas y una rápido repliegue y carga nos dirigimos de nuevo en pos de la autopista y como primer destino, una Aire, que bien suena área de servicio en Francés. Merece un capítulo aparte las Aires francesas, por servicios, por lavabos, por limpieza, nada que ver con las que vemos por nuestra piel de toro, quizás es un tema de educación, o quizás no, pero para bien o para mal son diferentes, al igual que las Aires, pero las de descanso, con sus árboles que dan sombra, baños con música y algunos totalmente automatizados como pudimos comprobar el año pasado, con mesas para que puedas comer y papeleras vaciadas regularmente. Bueno después del inciso, de repostar y desayunar nos dispusimos a iniciar viaje hacia nuestro destino de hoy Vannes, la Vannes de Bretaña no la Vannes al este de París a unos cientos de kilómetros más al este, empiezo a sospechar que el GPS tiene otras intenciones viajeras que no concuerdan del todo con las nuestras, ¿no creéis?. Solventado el malentendido, continuamos rumbo al norte. El cielo está plomizo pero parece que aguanta, temperatura perfecta, tráfico fluido, un circo compuesto de más de 60 vehículos en la carretera, vaya, jamás había visto un circo tan grande, más bien es como si un circo hubiera ido absorbiendo circos a lo largo de los años y se hubiera convertido en la madre de todos los circos.

Seguimos devorando kilómetros, y parando de vez en cuando a descansar y repostar, pocos motoristas en nuestro sentido, todos viajan al sur, ¿hay algo que sepan ellos que nosotros no?. El tráfico hacia en sentido contrario es intenso, hay retenciones de bastantes kilómetros a las entradas y salidas de los peajes, nosotros sin problemas nos vamos encaminando hacia la desembocadura del río Loira, hacia Nantes. Haciendo un inciso y retrotrayéndonos al día de ayer, vimos un par de Citroen 2CV justo al pasar la frontera, bien conservados, hoy entenderíamos de dónde venían, antes de llegar a la circunvalación de Nantes observamos otro 2CV de color burdeos con una pegatina en su luneta posterior que ponía: “XX Encuentro Internacional de Amigos del 2CV – Alcañiz – 31 JUL al 04 AGO 2013”, ha debido de ser impresionante, personalmente siempre me ha gustado la polivalencia de los 2CV. Pero bueno me parezco al GPS, que me desvío del tema, ¿por dónde íbamos? Ah sí, Nantes, desembocadura del río Loira y su puente, me gustan los puentes, después de ver el de Millau el año pasado este año me había preparado la ruta para ver el de Normandía, pero el de Nantes sería un aperitivo hasta que llegásemos, un gran ángulo sortea la desembocadura para permitir el flujo de grandes barcos que cargan y descargan a ritmo de titánicas grúas portuarias. El paisaje comienza a cambiar lentamente, la autopista se vuelve más irregular y comenzamos a ver pequeñas bahías, estuarios, veleros, no hay olor a salitre pero el viento nos acerca hacia nuestro destino no sin algún que otro susto.

Llegamos a Vannes (Gwened en Bretón) a media tarde,  buscamos la oficina de turismo, solo hay un camping a unos 3km del casco urbano en Quimper y allá que vamos. Hay suerte, tiene buena pinta, y las vistas sobre el Golfo de Borbihan son privilegiadas, iniciamos el ritual tienda, orden, ducha, reconocimiento del lugar, y ya estamos listos. Justo enfrente del camping hay una parada de autobús que nos llevará hasta el centro, es gratuito y tiene una frecuencia de 15’, no hay que esperar lo asaltamos y nos desembarca cómodamente en el centro.
Lo primero que llama la atención es el puerto dominado por barcos de recreo, a lo largo de un estrecho brazo de mar dominado a la bahía junto al que discurre un paseo, al fondeo divisamos una puerta de entrada a la parte noble y allá que vamos no sin antes caer en la compra de la pegatina de la región, las tradiciones mandan. Nos adentramos en la ciudad y nos perdemos entre sus calles empedradas, sus casas de madera del siglo XV y XVI, sus comercios, sus restaurantes, su catedral, sus murallas y parques, en definitiva un fin de día perfecto al que le añadimos una agradable cena, Gallete, Crepe y cerveza del lugar.

Comienza a refrescar y nos disponemos a volver, pero todo lo gratis tiene su fin y el nuestro el que nos tenía que llevar de vuelta al camping dejo de funcionar hace un par de horas, ninguno caímos en mirar la hora de fin del servicio, mirada de resignación y a caminar, el marco es incomparable, y con la caminata añadida hoy seguro que dormiremos bien. Antes de encomendarnos a Morfeo, encargamos unos Croissants en el bar del camping, mañana será otro día.