Toca volver, pero como todo viaje en moto, el camino es importante. Después del desayuno, pagar y despedirme de los dueños, me dirijo de nuevo hacia Cangas de Onís. El tiempo es incierto entre los valles, y aunque está nublado no tiene pinta de que vaya a llover. Retomo el camino por el que llegué un par de días antes, mi intención es adentrarme en un de los valles mineros y ascender por el puerto de San Isidro para pasar a León. Abandono la A-66 y me adentro por la AS-112, la carretera discurre paralela al río Aller, encajonada entre empinadas laderas. Se está arreglando la carretera y los primeros kilómetros están llenos de desvíos, arena y grava, toca ir despacio. Se nota algo de tristeza en el ambiente la zona ya no tiene la actividad minera que tuvo en el pasado y eso se nota. Ya en la AS-235 la carretera mejora y comenzamos las primeras rampas del puerto, poco tráfico y carretera en buen estado, paro en un mirador para ver de donde vengo y hacer un descanso, hace sol, pienso en la suerte que he tenido con el tiempo en esta región de clima cambiante. Siguiente parada la Estación Invernal de San Isidro, el ganado campa a sus anchas, sin preocupaciones, unos metros más y ya estoy en León. Dejando atrás las moles apartamentos de la estación invernal comienzo a descender ligeramente hasta el lago de Isoba, para escuchar un concierto de anfibios en pleno auge. Desciendo rápidamente hacia Puebla de Lillo, años atrás fue pasé unas vacaciones alojado en este tranquilo lugar. El calor aprieta, paro para aligerar la ropa, bienvenido de nuevo al comienzo del verano, cerca de 30º y apenas hemos llegado a mediodía, estoy por darme la vuelta, jeje. La carretera que rodea el embalse del Porma es buena, sin darte cuenta coges velocidad y enlazas una curva con otra, pero ojo, la última vez que estuve por aquí un ciervo calló sobre mi capó y casi acaba con todos, es lo que tiene si le cortas a los animales el acceso a su fuente de agua. Paro en la presa que retiene tal cantidad de agua, siempre impresionante estar sobre una presa y pensar la cantidad de kilos que soporta cada centímetro de cemento, maravillas de la ingeniería. Continúo hasta la N-601 que me llevará hacia Valladolid, el calor aprieta y paro a comer en un bar de carretera, son las 3 de la tarde y pasamos de 35º. Valladolid está desierta, así como todos los pueblos por los que paso, en un par de horas me encuentro descendiendo el Alto de Los Leones, solo pienso en llegar a casa y meterme en la piscina.

Mientras desciendo por la coruña repaso mentalmente estos últimos días, realmente ha sido una muy buena escapada. Llego sano y salvo, otro viaje, otra experiencia, mas viejo pero quiero creer que un poco mas sabio.

Mañana será otro día, y el siguiente viaje está mas cerca.